Las colas invisibles
En su libro, “El Mercado y la
Globalización”, el economista y escritor José Luis Sampedro,
habla de “las colas1
invisibles” refiriéndose a todos los “consumidores” que no
pueden participar del mercado porque no tienen dinero suficiente
para comprar. Esas colas invisibles, Sampedro, las contrapone a las
colas que usualmente se producían en los antiguos regímenes
planificados de economías socialistas o comunistas.
Pienso en esas colas invisibles a las
que se refiere el dilatado economista, ahora que la delincuencia se
multiplica en la República Dominicana en grado exponencial.
No tengo evidencia empírica, para
afirmarlo, pero intuyo a partir de los reportes de prensa que la
delincuencia común y la no tan común: robos, atracos, asaltos,
secuestros, etc. tienen mayor incidencia en las ciudades donde hay
una clase que por su nivel de ingreso tiene acceso al consumo,
mientras la gran mayoría forma parte de esas colas invisibles. En
otras palabras, las ciudades de mayor progreso económico, pero con
pésima distribución de la riqueza que genera una masa de excluidos.
Estas son: Santo Domingo, Santiago, La Vega, San Fransisco de
Macorís, Bonao, Moca, Puerto Plata, Higuey, San Cristóbal, entre
otras.
De ninguna manera intento justificar
con postulados economicistas la criminalidad que vive el país. Pero
es harto sabido que la violencia es algo multicausal por lo que no es
suficiente para explicarla los argumentos tradicionales que señalan
que no hay sanción, que los códigos son muy benignos, etc.
Puede parecer grotesco, pero las
ciencias sociales, principalmente la antropología, la sociología y
la economía, han demostrado que hay modelos económicos que
“producen” pobres. Estos es, que de manera paralela a la
generación de riqueza también se incrementa la pobreza. Estos
pobres obviamente no disfrutan de la riqueza que paradójicamente
ellos generan. Ahí habría que incluir, por ejemplo, el modelo de
zonas francas.
Hay teorías científicas lo
suficientemente sustentadas que explican la producción de pobreza,
sobre todo en América Latina. De hecho, ya hay centros académicos
superiores de América Latina y de Europa, que ofrecen dentro de sus
programas formativos cursos sobre esta temática.
Ahora, la pregunta que deberíamos
hacernos es, ¿que hacen esos pobres? ¿cómo satisfacen sus
necesidades básicas?, ¿practican el efecto demostración que hablan
algunos sociólogos y economistas?
Lamentablemente, las filas invisibles
compuestas por todos aquellos que no tenían capacidad de consumo, se
visibilizan en forma de atracos, robos y secuestros. Esas nuevas
filas, son las consecuencias del modelo económico, de la políticas
publicas.
En otros términos, la violencia que se
vive en la República Dominicana entre otras cosas, es consecuencia
de otros tipos de violencias: la expoliación de parte de empresarios
de la clase trabajadora, la negación de derechos (educación, salud,
seguridad social, etc.) por parte del Estado, el robo de los recurso
públicos de la clase política, la ostentación de riquezas
ilegítimas de políticos y empresarios.
De nuevo no quiero justificar la
situación actual, pero la violencia que se vive en la República
Dominicana tiene que ser vista como otra racionalidad, la cual ha
hecho visible a los invisibles: los excluidos, los marginados.
1Filas