viernes, 11 de septiembre de 2009

Cooperativismo y exclusión

En un país como República Dominicana, donde más del 37 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza, dejar fuera de la Constitución, y más que eso, quitar la protección y promoción del Estado a las cooperativas, es una medida que sin ninguna duda contribuirá a la inequidad social que vive nuestro país.

Más grave es todavía, que a las cooperativas se las quiera incluir dentro de la nueva Ley Monetaria y Financiera, como simples intermediarios financieros más. Si eso ocurre, se estaría mutilando y frenando el crecimiento de un sector que de manera sostenida, viene contribuyendo a la distribución de la riqueza nacional, la movilidad social y con el quiebre del círculo de la pobreza.

Las cooperativas contribuyen también con la cultura del ahorro, algo fundamental en una economía como la nuestra con una alta propensión al consumo.

En muchas comunidades rurales y urbanas, la existencia de una cooperativa es la única oportunidad que tienen los pobres de acceder al crédito e iniciar alguna práctica emprendedora, lo que a su vez incide de manera positiva en el resto de la economía, sobre todo en el mercado laboral.

Si bien es cierto que el Instituto de Desarrollo y Crédito Cooperativo (IDECOOP), es un organismo hasta cierto punto débil y con niveles altos de politización, la respuesta adecuada a esta problemática no debe ser, en el actual estado de desarrollo del cooperativismo dominicano, tratar igual a las cooperativas que a los grandes intermediarios financieros que cuentan con grandes concentraciones de capital.

Nadie discute los avances logrados con la actual Ley Monetaria, pero también es importante destacar los reveces que ha traído ese marco legal, los que se acentuarían con la nueva Ley. En ese sentido, imposibilitadas de cumplir con todos los requisitos y sobre todo por la expansión de su estructura de costo justamente para poder cumplir con la ley, las asociaciones de ahorro y préstamos establecidas en las provincias, de manera paulatina y sistemática van desapareciendo adsorbidas por otras del mismo género con sede en Santo Domingo.

En todo esto se puede ver, que así como en el país históricamente se ha centralizado una burocracia en la ciudad capital que ha diezmado el desarrollo del resto del territorio, ahora también se van concentrando las instituciones financieras. Al mismo tiempo, se quiere seguir incentivando que los ricos incrementen sus riquezas mientras que los pobres se hundan en la pobreza.

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