martes, 10 de noviembre de 2009

Crisis, crecimiento y pobreza

Creo que muy pocos analistas pondrían en duda la importancia del crecimiento económico para reducir la pobreza. De hecho, si miramos a los países que más han progresado en los últimos años en este campo, son todos países que han experimentado tasas de crecimiento muy altas. Por ejemplo, China logró reducir su tasa de pobreza en 48 puntos entre 1990 y 2005, cuando alcanzó una tasa de crecimiento per cápita que estaba por encima del 9%. De una manera similar, Vietnam logró reducir su tasa de pobreza en 37 puntos porcentuales entre 1993 y el 2006, con tasas de crecimiento per cápita por encima del 6%. Por el contrario, no hay casos, por lo menos que yo sepa, de países que hayan logrado reducir la pobreza significativamente sin haber logrado a su vez alcanzar tasas sostenidas de crecimiento económico. Éste es uno de los motivos por los que los economistas del Banco Mundial aconsejamos a los países que adopten políticas que favorezcan el crecimiento económico, tales como el mantenimiento de un buen marco macroeconómico, la mejora del clima de inversiones, el establecimiento de un sistema legal y más generalmente institucional apropiado.

Sin embargo, una hipótesis menos intuitiva es la que presentamos recientemente en un estudio realizado junto a Luis Servén, otro economista del Banco Mundial. En Too Poor to Grow, Policy Research Working Paper, N° 5012, agosto, 2009, los autores argumentamos que la evidencia empírica parece indicar que la pobreza es por sí misma una barrera al crecimiento. De hecho, utilizando técnicas econométricas bastante elaboradas, Servén y yo estimamos que, en promedio, por cada 10 puntos porcentuales adicionales de pobreza en un país, la tasa de crecimiento debiera caer en aproximadamente un nada despreciable 1%.

Es importante notar que en este caso el proceso de desarrollo estaría caracterizado por la existencia de círculos virtuosos (viciosos) donde un mayor (menor) crecimiento lleva a una menor (mayor) pobreza y ésta a su vez a un mayor (menor) crecimiento.

¿Por qué motivo la pobreza por sí misma se puede convertir en una barrera para el crecimiento? La teoría económica nos ofrece varias posibles razones dentro de lo que es conocido por los especialistas como literatura de las trampas de pobreza. Una es que restricciones al crédito pueden excluir a grupos importantes de la sociedad (generalmente los más pobres) del acceso a los recursos necesarios para ejecutar un determinado plan de inversiones. Otro motivo es el factor riesgo. Hay evidencia de que los pobres tienden a ser más adversos al riesgo, por lo que en ausencia de un mercado de seguros perfecto los pobres se echarán atrás en muchas inversiones. Una tercera posibilidad es que las instituciones en vigor puedan excluir a grupos sociales del proceso de desarrollo, lo cual no sólo genera pobreza entre los excluidos sino que también penaliza la innovación y la productividad, y por ende, el crecimiento. Estas visiones del desarrollo (que no son excluyentes entre ellas) implicarían que a mayores niveles de pobreza, las tasas de inversión y/o las tasas de innovación debieran caer, y por lo tanto el crecimiento económico verse reducido.

¿Qué implica esta discusión en el contexto actual de crisis global? En primer lugar hay que reconocer la necesidad de ejecutar políticas que ayuden a Centroamérica a recuperar tasas de crecimiento sostenido en el periodo post-crisis (déjenme insistir una vez más en que sin crecimiento no veremos reducciones de pobreza, sino todo lo contrario), el cual podría ser mucho más competitivo que el periodo pre-crisis, por lo que mejoras a la productividad y competitividad de los países parecen claves. Pero al mismo tiempo, en esta búsqueda del crecimiento económico, no podemos olvidarnos de la necesidad de conseguir que sus beneficios lleguen a toda la sociedad, incluidos los más pobres.

Tradicionalmente se han dado motivos morales para apoyar esta afirmación. Sin embargo, pudiera ser que también desde un punto de vista puramente egoísta, haya buenos motivos para reducir la pobreza, vistos la dinámica y los efectos de retroalimentación desde la pobreza al crecimiento económico.

J. Humberto López, economista jefe para
Centroamérica del Banco Mundial.


(Tomado de América Económica)

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